A nadie le amarga un dulce ?

Tengo un Gira-Sol en mi vida desde hace unos años.
Viene y va. Gira; me da la espalda. Y vuelve.
Siempre vuelve. Como le conviene. Cuando le conviene.

Y yo siempre estoy. Yo no giro. O por lo menos no tanto como él.


Desde que lo conocí y cuando decidió formar parte de mi vida, mi Gira-Sol me ayudó mucho, en mil decisiones. Me ha apoyado. Me ha abrazado. Me ha amado, a su manera.
Y de pronto, un buen día, se fue a por otra luz. Una paréntesis durante la cual ha seguido creciendo, girando, buscando otros suelos, otras temperaturas para enriquecerse. Otros brazos.
Y de pronto, un buen día, ha vuelto. Y aqui estoy yo, con mi ternura y mis abrazos guardados...

Pero me compensa esta gira?
A nadie le amarga un dulce, es cierto. Pero si después me deja mal sabor de boca algo tendré que hacer, no? Me molesta el pasado no tan pasado. Me molestan los restos de su pasado muy próximo en mi propio presente. No sé si soy capaz de seguir adelante con esto sin dañarme. No creo que pueda.

Esta noche, los abrazos de mi Gira-Sol y su respiración dormida no me ayudaron mucho: seguí con los ojos abiertos en medio de la oscuridad. Pensando y detectando todas las otras luces que alumbraron esta habitación hace poco...